septiembre 06, 2010

ARAUCARIAS

HOLA! Como están??




El tema de hoy son las araucarias:Pertenece a la familia Araucariaceae y su nombre científico es Araucaria Araucana. Este hermoso árbol es capaz de crecer hasta cincuenta metros de altura. Tiene un tronco cilíndrico y muy recto que puede llegar a los 2 metros de diametro, encontrándose en su cima las ramas en posición perpendicular al tronco y ligeramente arqueadas hacia arriba, que lo hacen tan particular.

Sus flores masculinas son conos de color café oscuro y liberan gran cantidad de polen, se ubican la la parte terminal en las ramas y aparecen entre agosto y septiembre. Sus flores femeninas son de color verde. Estos conos femeninos se localizan en los extremos de las ramas nuevas y comienzan a desarrollarse hacia fines de noviembre. En condiciones naturales, sólo los árboles del estrato dominante participan en la reproducción. Su ciclo reproductivo dura dos años. Dentro de este ciclo son liberadas sus semillas, que por lo demás muchos de nosotros conocemos con el nombre de Piñones.

Es una especie endémica de los bosques subantárticos de América del Sur, mayormente en la Cordillera de Los Andes y la Región la Araucanía entre otros lugares. Aunque en Stgo también hemos podido ver a algunos de estos árboles en lugares públicos o en el ante jardín de alguna casa, pero solo debido a la siembra de sus semillas.

En Chile está prohibida su tala por haber sido declarada “Monumento Natural” en el año 1976. Muchos Pehuenches (gente del Pehuén) tenían en las semillas de este árbol una de las más importantes fuentes de alimento.


Esta es la leyenda "Hace mucho tiempo el pueblo pehuenche vivía cerca de los bosques de pehuenes o araucarias. Ellos se reunían bajo los pehuenes para rezar, hacer ofrendas y colgar regalos en sus ramas, pero no cosechaban sus frutos, pensando que eran venenosos y no se podian comer.

Un año, el invierno fue muy gente se había quedado sin recursos: los ríos estaban congelado los pajaros habian emigrado y los árboles esperaban la primavera. La tierra estaba completamente cubierta de nieve. Muchos de los pehuenche resistían el hambre, pero los niños y los ancianos se estaban muriendo. Nguenechen, el Dios creador, no escuchaba las plegarias. También él parecía dormido.

Entonces, el Lonko, el jefe de la comunidad, decidió que los jóvenes partieran en busca de alimento por todas las regiones.

Entre los que partieron había un muchacho que empezó a recorrer una región de montañas arenosas y aridas, barridas sin tregua por el viento. Un día, regresaba hambriento y muerto de frío, con las manos vacías y la vergüenza de no haber encontrado nada para llevar a casa.

Repentinamente, un anciano desconocido se puso a su lado. Caminaron juntos un buen rato y el muchacho le habló de su tribu, de los niños, los enfermos y de los ancianos a los que, tal vez, ya no volvería a ver cuando regresara. El viejo lo miró con extrañeza y le preguntó:

¿No son suficientemente buenos para ustedes los piñones. Cuando caen del pehuén ya están maduros, y con una sola piña se alimenta a una familia entera.

El muchacho le contestó que siempre habían creído que Nguenechen prohibía comerlos por ser venenosos y que, además eran muy duros. Entonces el viejo le explicó que era necesario hervir los piñones en mucha agua o tostarlos al fuego. Apenas le hubo dado estas indicaciones, el anciano se alejó y el joven volvió a encontrarse solo.

El muchacho siguió su camino, pensando en lo que había escuchado. Apenas llegó al bosque, buscó bajo los árboles y guardó en su manto todos los frutos que encontró. Los llevó ante el Lonko y le contó las instrucciones del anciano.

El jefe escuchó atentamente al joven; se quedó un rato en silencio y finalmente dijo: Ese viejo no puede ser otro que Nguenechen, que bajó otra vez para salvarnos. Vamos, no este regalo que nos hace.

La tribu entera participó de los preparativos de la comida. Muchos salieron a buscar más piñones; se acarreó el agua y se encendió el fuego. Después tostaron, hirvieron y comieron los piñones que habían recogido. Fue una fiesta inolvidable. Se dice que, desde ese día, los mapuche que viven junto al árbol del pehuén y que se llaman a sí mismos pehuenche, nunca más pasaron hambre y esperan que nunca tan precioso árbol les sea arrebatado."

Es triste saber que estos arboles hoy se encuentran en peligro, Justamente el hecho de crecer a baja altura es lo que tiene a este grupo de araucarias en peligro: quedó al alcance del hombre, que la explotó en forma irracional para dar paso a la agricultura y la ganadería.

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