Hoy viendo la televisión mencionaron a Wall-e, una gran película que me encanta y en la que jamas, hasta hoy, había notado su mensaje ecológico:
Wall-E es un robot. Wall-E es EL robot, el único que sobrevive de toda una serie creada para limpiar el planeta Tierra de la chatarra que los seres humanos hemos producido a lo largo de los siglos.
Bajito y con unos ojazos negros, insiste en seguir con su tarea de limpieza aun cuando se ve a todas luces infructuosa, tal es la cantidad de basura que hemos dejado. Como ya forma parte de la sabiduría popular, los únicos seres vivos supervivientes son las cucarachas.
Un día aterriza en pleno vertedero otro robot, que asumimos de género femenino, mucho más moderna, blanca y aerodinámica que Wall-E, cuya misión es buscar algún atisbo de vida que pueda indicar a los humanos, que todas éstas están en otro planeta, que ya pueden volver a la Tierra. Y allí se complica la cosa… quiero decir, ya estaba complicada, evidentemente, pero se complica aún más.
El paisaje del robot Wall-E es, pues, una megalópolis convertida en un vertedero de proporciones inexplorables, llena de armatostes de hierro y coches desvencijados. Es un paisaje que no parece tan irreal.
Nada más hay que ver las cifras de crecimiento del parque automotor. El año pasado se fabricaron en el mundo casi 70 millones de vehículos. Un número que puede multiplicarse de manera desorbitante en los próximos 15 años con el boom económico de China y la India, y el aumento natural de la demanda.
Y los coches que ya no queremos, ¿dónde los ponemos?. ¿No sería mejor comprar cada vez menos?
Vía | www.jornada.unam.mx
esa pelicula es muy bonita y reflexiva en cuanto el tema de la naturaleza y nuestro mundo, es muy divertido ver también como tratan de salvar la planta
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